Cereza

Cereza

lunes, 25 de octubre de 2010

Viernes, Mi hermanita de Zacatecas...

Después de habérmelo dicho en varias ocasiones ese Viernes seria mi encuentro con una de las Sumisas que tiene mi Señor, Ella no es de aquí, viene de Zacatecas, la ha tenido por mucho tiempo, pero esporádicamente, sus labores y las de mi Señor no siempre han sido compatibles, pero ese dia la conocería.

Paso por mi en una Avenida muy concurrida, lo esperaba en la minifalda crema, los vehículos que pasaban hacían gala de sus claxon invitando o piropeando, yo pensaba solo en mi Señor, en que pasaría al tenernos en su casa el fin de semana completo a ambas, que haría con ella, que haría de mi…

Subí a su auto, me dijo estaba molesto, no había comido esperándome, me disculpe por la tardanza, entonces fuimos a comer, y después un paseo corto en la plaza buscando algunos consumibles para ese fin… compramos almohadas, condones, algo de comida, El ya se encontraba sereno, muy tranquilo, platicábamos de todo, veíamos a las chicas pasar, pasaba el tiempo y yo moría de ansiedad, en la semana no pude verlo, sus compromisos no dejaron que pudiera hacerme suya.

Llegando a su casa me tomo de la cintura y me beso quedamente, no pude explicarme como ese beso tan lento y pausado hacia que mi corazón latiera tanto, me moje de inmediato, me toco un poco la entrepierna y dijo –mi putita quiere verga—no pude responder solo solté mi respiración y salio un suspiro, fuimos a la cama y me ordeno me quitara la ropa, bastaron solo dos movimientos para que yo quedara desnuda y postrada a sus pies – acomódate y abre esas piernas y no te muevas puta — me acosté en cama boca abajo con las piernas abiertas como un compás, El se acomodo justo en medio y paso lentamente su lengua, me puso de frente y siguió haciéndolo hasta llegar a mi clítoris que ya estaba hinchado esperando su roce, comía de mi,  su lengua hurgaba mi interior, de pronto sus dientes atraparon mis labios en un mordisco, dolió, pero no podía quitarme de ahí, me llevaba a un delicioso orgasmo, en ese momento, tomo mi clítoris con sus labios y lo estiro como si quisiera arrancarlo, dolía cada vez mas, lo soltó por un momento solo para seguir lamiendo, movía su lengua con rapidez y yo no podía mas, estaba por venirme, le pregunte si podía hacerlo y con una risa dijo –NO, aun NO--  se retiro de ahí, yo abrí los ojos solo para implorar que entrara en mi, quería, necesitaba, sentirlo dentro de mi, busque su mirada y pedí por favor entre en mi, se boto en una carcajada y dijo
           –si mi putita lo quiere, lo tendrá—

Se coloco encima de mi entrando en un solo golpe, mi interior se abrió, solté un grito de placer que se fue demasiado alto, fue entonces cuando comenzó a moverse sin  piedad, con fuerza, haciéndome sentir un delicioso orgasmo, no pude, no tuve el tiempo de pedirle permiso, sentí como mi cara se enrojecía de placer, mi respiración se corto, toda mi atención estaba enfocada a una parte de mi cuerpo, se dio cuenta y se detuvo 

–Perdonare que no me pidieras permiso en esta ocasión—dijo al retirarse de mi, y me dejo en la cama. 


Regreso en unos minutos a decirme que iría por ella, su Sumisa. Pregunte si podía acompañarlo mas dijo que No, que me quedara en casa como una buena perrita, me quede ahí en su cama, calentándola para su regreso, pasaron mas de 3 horas, yo me sentía desesperada, no sabia que hacer, me llego un mensaje al Celular diciéndome que habían ido a cenar y llegarían en un rato mas, paso otra Hora, cuando ellos llegaron estaba yo sentada en la sala fingiendo interés en un programa, salude con cortesía a Ella, después mi Señor me indico comiera, me senté a cenar mientras El la tomaba, besaba su bonito rostro y acariciaba sus piernas, no tenia ropa interior puesta, mi Señor se paro frente a ella y le dijo que comiera su miembro, escuchaba como lo metía en su boca, como disfrutaba su firmeza, de pronto la paro y la giro inclinándola hacia el frente para entrar en ella, me pidió los condones, yo inmediatamente se los lleve, al entregárselos vi su cara llena de lujuria y El con un gesto me mando a seguir cenando... La penetro, entraba en ella y con una mano enrojecía esas bellas nalgas blancas con sus golpes, su piel era blanca, tersa, sus nalgas grandes y rosas pedían mas y mas castigo, mi Señor se lo daba gustoso mientras la poseía, la hizo venirse en un grito, fue curioso el ver que ella no le pidiera permiso para venirse, y fue mas curioso aun ver que no lo notara mi Señor.

Se retiro de ella y se acomodo en la sala, me pregunto si ya había terminado de cenar y respondí que si, fue cuando mi Señor se levanto y convirtió su sala en una cama, se acomodo y le dijo a Ella que se acostara a su Izquierda, a mi me indico su lado derecho para recostarme, ahí nos tenia a las dos, abrazadas, nos indicaba iríamos a dormir ya que era tarde, cerca de las 4am y fuimos a la cama.

Un par de horas después sentí como su mano me acariciaba, movió un poco mi cadera dejándole manera de entrar en mi, con sus dedos busco el orificio adecuado, húmedo, caliente... Entro en mi, me hacia suya, levante un poco la pierna para que el roce fuera mayor, eso le gustaba, la levante y puso su mano en mis senos, apreté mis nalgas para que sintiera aun mas mi Señor, esto le gusto ya que cambio su mano de mi seno a mi boca, la tapo, con dos dedos aprisionaba mi nariz para impedirme respirar, su otra mano detenía las mías que estaban sobre mi cabeza unidas por un arnés comencé a moverme mas buscando su eyaculacion, pero mi búsqueda de su placer se convirtió en mi búsqueda de aire, mis movimientos de la cadera eran insuficientes, comencé a mover la cabeza buscando aire y no pude, entre en una desesperación me sentía ahogar, me movía mas duro aun, El lo disfrutaba y me aprisionaba con sus brazos fue cuando escuche como se venia, soltó un –Ahhhgggg—y me soltó la cara, pude por fin agarrar ese aire que tanto me hacia falta, el solo dijo 

          –bien putita duerme de nuevo—

El se movio y alcance a escuchar como la tocaba, como la acariciaba a Ella también, esa mañana, no quise saber mas, me voltee a mi costado y decidí dormir.


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